El oro de los campos de trigo en agosto acogieron mi llanto de bienvenida al mundo en un colorido atardecer que nunca llegue a ver, porque estaba embelesada contemplando el paisaje más bonito del mundo, el rostro de mi madre, me gusta pensar que fue en ese instante cuando decidí atrapar los colores del arcoíris para inmortalizar el momento.
Luego fui tras los matices de los verdes de las montañas, los azules del cielo, los ocre de la tierra, perseguí la belleza de las mariposas y me atreví con la transparencia del agua….. la luz de la mañana, los atardeceres de seda y terciopelo y el misterio del oscuro de la noche. Llené mi paleta en busca del color perfecto y en mi búsqueda me quede atrapada para siempre en la libertad de mis manos que se convierten en alas para expresar a través de la pintura mis ideas sentimientos y sueños más profundos.